viernes, 1 de agosto de 2008

Adultismo, tercera (y última –espero-) parte

Bueno, continúo pues con los artículos sobre adultismo, y confieso que tengo la firme intención de terminar ya con este tema para poder seguir con otros que también me muero por abordar; sin embargo, uno de mis defectos/virtudes es que soy muy obsesiva y apasionada, y mi “clavadez” me impide soltar este tema... a ver si lo consigo.

Prometí que en este post hablaría sobre algunas maneras en las que podemos reducir nuestro propio adultismo y darles su lugar a lxs niñxs y jóvenes. Antes de continuar con esto, sin embargo, quiero mencionar algunos de los efectos que el adultismo tiene sobre lxs niñxs. Son, en realidad, los efectos que cualquier tipo de opresión tiene sobre quienes la sufren:

· mina su auto-confianza y su autoestima;
· les crea un sentimiento de falta de valía o de inferioridad;
· les crea un sentimiento de falta de poder;
· les hace sentir que no son tomadxs en serio;
· les construye un auto-concepto negativo;
· en algunos casos, puede generar en ellxs un comportamiento destructivo o auto-destructivo;
· puede generarles enfermedades psicosomáticas (depresión, etc.) e incluso llevarlxs a un intento de suicidio;

Bueno, ahora sí , pongo a su disposición una extensa lista de maneras en que podemos intentar ser más justxs, solidarixs y respetuosxs con lxs niñxs. Ojalá que les sea de utilidad.

1. Cambiar nuestros paradigmas negativos sobre lxs niñxs y tratar de entender sus comportamientos y actitudes desde su punto de vista. Muchas veces lxs niñxs se “portan mal” porque están cansadxs o tienen hambre, o se sienten solxs, aburridxs, ignoradxs, no para hacernos enojar, desafiarnxs o “darnos lata”. Con esto no hablo de justificar el “mal comportamiento”, pero sí darle su justa dimensión y aprender a distinguir lo que verdaderamente es una actitud negativa y lo que simplemente es manifestación de algo más. En este sentido, podría incluso decir que los términos que emplee más arriba (“portarse mal”, “mal comportamiento”), generalmente son términos que lxs adultxs utilizamos para describir lo que pasa cuando un/a niñx hace algo que no nos gusta o no nos conviene, no necesariamente algo intrínsecamente “malo”. Creo que ambos son términos que deberíamos de erradicar de nuestro vocabulario y reemplazarlos por otros más precisos que verdaderamente describan lo ocurrido y no meramente lo califiquen. Lo mismo ocurre con el verbo “desobedecer”. No lo usamos con adultxs ni cuando hablamos de iguales, ¿verdad? Y si analizamos, la mayoría de las veces que decimos que la/el niñx “desobedece” es porque no hace lo que queremos, sino lo que ella/él quiere. Se trata, entonces, de un conflicto de intereses y, como tal, lo que vendría al caso sería negociar una solución en la que ambas partes ganen algo. Por desgracia, lo que generalmente hacemos es tratar de imponer nuestro capricho sobre el de la/el niñx y nos enfrascamos en una lucha de poder muchas veces absurda. Creo que es importante que consideremos que, como nosotrxs, lxs niñxs hacen las cosas para satisfacer sus necesidades. Muchas veces no nos va a gustar lo que lxs niñxs hagan, pero hay que procurar ver su comportamiento como algo que la/el niñx hace para sí mismx, no contra nosotrxs. Creo que, vistos desde esta óptica, muy pocos de los comportamientos que generalmente consideramos “problemáticos” lo son de verdad.

2. Considerar a lxs niñxs como nuestrxs iguales, y tratarlxs así. Hay que procurar ser más coherentes y congruentes en el trato que damos a niñxs y adultxs. Un consejo que a Janice y a mí nos ha funcionado es que cuando no sabemos cómo reaccionar ante algo relacionado con Gala, pensamos qué haríamos en una situación similar con una amiga (o incluso, con nuestrx jefx), o cómo nos gustaría que nos trataran si estuviéramos en su lugar. Por ejemplo: si estamos en una cena y derramamos el líquido de un vaso, ¿nos gustaría que nos gritaran, humillaran e insultaran o que nos trataran con amabilidad y nos ayudaran a limpiar? ¿Y si la que derramó el vaso fue tu amiga o tu jefa? Yo personalmente le debo más respeto y consideración a mi hija que al jefe de Janice, y algo que me encanta es que, como hemos acostumbrado a nuestra hija a ser bien tratada, cuando en algún momento perdemos la paciencia o le decimos de manera fea “ahora lo limpias”, ella de inmediato nos demuestra su desagrado con nuestra reacción y, por ejemplo, si lo iba a limpiar, ya no lo limpia. Le molesta mucho sentirse humillada o puesta en evidencia y es algo que no tolera... Muchas veces siento que invertimos lxs primeros años de su vida en “educarla” y ahora es ella quien nos está “educando” a nosotras, recordándonos, cuando se nos “olvida”, la manera adecuada de tratarla. Aunque en realidad la idea es que nos veamos como seres humanxs tratando con otrxs seres humanxs y aprendiendo unxs de otrxs y no como “papás y mamás” “educando” a lxs “hijxs” (o viceversa). Algunas preguntas que vale la pena hacernos son:

· ¿Trataría a un(a) adultx de esta manera?
· ¿Le hablaría a un(a) adultx con este tono de voz?
· ¿Le arrebataría esto a un(a) adultx?
· ¿Tomaría esta decisión por un(a) adultx?
· ¿Esperaría (o le pediría) esto de un(a) adultx?
· ¿Limitaría el comportamiento de un(a) adultx de esta manera?
· ¿Escucharía el problema de un amigo adulto de esta misma manera?

Otro consejo que entraría aquí mismo es: si no podemos imaginar cómo trataríamos a una amiga en una situación similar (hay cosas que definitivamente NO van a hacer las amigas, ¿de acuerdo?), tratemos de pensar qué haríamos si en vez de hijx nuestrx fuera la/el hijx de una amiga o de la jefa. Nunca hay que tratar a nuestrxs hijxs como no nos gustaría que lxs tratara otra persona o como nosotrxs mismxs no trataríamos a lxs hijxs de alguien más.

3. Estoy segura de que este consejo será polémico, pero estoy dispuesta a tirarme al ruedo porque a Janice y a mí nos ha funcionado de maravilla: dejar que, a veces, lxs niñxs se “salgan con la suya”. Hay que darles pequeñas concesiones y saltarnos las reglas de vez en cuando. Esta es una experiencia necesaria para el desarrollo de la personalidad de lxs niñxs que les enseñará que no son un mero” juguete del destino” (o de las imposiciones de sus mamás), sino que pueden hacer algo, desear algo, conseguir algo, influir en lxs demás, y que sus opiniones y puntos de vista son escuchados y tomados en cuenta. Hay que enseñar a lxs niñxs a exponer con claridad y de manera respetuosa su punto de vista y cuando lo hagan, considerar darles lo que piden. A Janice y a mí nos encanta este consejo porque lo hemos seguido con Gala desde muy pequeña y, aunque a veces no puede evitar perder el control y hacer un berrinchito (así, chiquito), ya sabe que la única manera de –probablemente- obtener lo que desea es negociar de manera serena, clara y respetuosa... ¡y lo hace! Y la verdad es que escucharla exponer sus razones, su lógica, su punto de vista a sus escasos tres años es un regalo. Y además, cuando decidimos no ceder, por la razón que sea (se la explicamos), Gala está más dispuesta a comprender, porque sabe que nuestra negativa debe tener una buena justificación y no es mero afán de fastidiar. Ya sé que hay muchas personas que creen firmemente que nunca hay que ceder con lxs niñxs, porque “nos perderán el respeto” y “si cedemos una vez, tendremos que ceder siempre”. Sin embargo, la vida no es así. Un gobierno o una empresa que no negocia con lxs ciudadanxs o lxs empleadxs inconformes, respectivamente, es un gobierno/empresa autoritarix, tiránico, dictatorial, antidemocráticx e... ineficaz.

4. Hay que procurar ser verdaderamente incluyentes con lxs niñxs. Pedirles su opinión en las decisiones de la familia y especialmente en aquellas que les conciernen y afectan directamente. Hay que hacerlxs parte de nuestras conversaciones, escucharlxs con la misma atención con que escuchamos a lxs adultxs, darles validez a sus pensamientos, experiencias y sentimientos, y apoyar sus iniciativas.

5. Es importante también darles información correcta y precisa sobre la manera en que funciona el mundo: nuestras experiencias, las relaciones humanas y el sexo, las contribuciones de lxs jóvenes a la humanidad, y otros temas que les puedan interesar. Es claro que debemos adecuar la información al interés y la comprensión de la/el niñx, pero eso no quiere decir que debamos mentirles ni ocultarles información.

Antes de concluir, una aclaración: sé que quienes me leen tienen criterio, pero creo que no está de más aclarar que se vale saltarse algunos de estos consejos si está en riesgo la seguridad y el bienestar de la/el niñx, o si la/el niñx está amenazando la seguridad/bienestar/integridad de alguien o algo. Nuestro criterio en casa es: si no le hace daño a la niña, ni a otra persona, animal o planta, y si no produce daños terribles e irreparables en las cosas inanimadas... va.

En nuestra familia, Janice y yo hemos implementado la política de no hacer con Gala nada que no nos haríamos nosotras o que no le haríamos a un/a adultx. Y esto incluye no escoger la ropa que se pone, no obligarla a comer lo que no quiere, no “castigarla” por no “obedecer”, etc. y sí, en cambio, respetar y tomar en cuenta sus sugerencias, sus opiniones, incluso sus críticas. No considero que estemos “malcriando” a Gala, ni que la disciplina en casa sea “laxa”. Por el contrario, la estamos enseñando a tomar sus propias decisiones de manera consciente, a hacerse responsable de las consecuencias de sus elecciones, a respetar de la misma manera que se le respeta a ella, y a considerar que sus actos tienen repercusión en las demás personas. Gala, a sus tres años y medio, sabe lo que es ser respetada, sabe que su opinión es tan valiosa como la de cualquiera, y que ciertas decisiones –las relacionadas con su persona- sólo le conciernen a ella, aunque a lxs demás no nos guste lo que ella haya decidido. Cuenta, ya lo sabe, con nuestro apoyo, con nuestro consejo, con nuestra guía, pero sabe también que tiene poder y control sobre su vida y que las decisiones que toma, son responsabilidad suya. En nuestra casa hay pocas reglas, y cabe mencionar que éstas incluyen expectativas mutuas, es decir, que tanto Gala como nosotras estamos obligadas a cumplirlas. Prácticamente las únicas reglas no negociables en casa son:
- Todas los miembras de la familia se deben tratar entre sí con nada menos que absoluto respeto.
- Las decisiones y acciones que se efectúen deben tomar en cuenta el bienestar de todas.

Ya sé que hay quienes no estarán de acuerdo conmigo, y sé que hay quien podrán argumentar a favor de tal o cual “método” con el cual podríamos lograr que Gala comiera mejor, durmiera más, se “portara mejor”, “obedeciera”, etc. Sin embargo, si esos métodos van en contra de la individualidad de mi hija, su autoestima, su seguridad en sí misma, su creatividad... No gracias. Así la quiero; es más, así me encanta.

... y... lo siento... no lo logré. Tengo todavía algo que me importa decir en lo relacionado con el adultismo. Son dos cosas. Pero como otra vez me quedó ya muy largo este post, será la semana que entra. Ese sí, prometo, será el último post sobre adultismo y pasaremos entonces a hablar de la pesadilla de las mamás lesbianas feministas... ya saben cuál es.

Espero sus comentarios, opiniones, sugerencias, o cualquier señal de vida del otro lado de la computadora...

1 comentario:

LobadeCiudad dijo...

Efectivamente el adultismo e una plaga que tenemos la obligación de exterminar como padres, creo que cada día es mas complicado educar a los chic@s porque hay muchísimas influencias, tienes que estar informado de todo, entender las motivaciones y gustos de tus hijos, - lo cual no siempre es fácil- me parece muy valioso este blog y estaré dándome mis vueltas. Gracias por el tiempo y la dedicación.
Aprovecho para hacer una invitación al programa
Paradojas...parajodas donde abordamos temas, como el género, la crianza , las relaciones familiares las vivencias LGBT y otras tantas, se transmite por radiomenteabierta.com todos los martes a las 5:30 , un beso y saludos a tod@s.